Me cansé de la muerte.

Por menos por hoy.


A lo largo del día, la tuve cerca por muchas veces:



- Muertas son las flores en mi camino;

- Muertas son las hojas del árbol que yacían en paz en la carretera;

- Muertos flores y hojas, junto al otoño, casi muerto también;

- Muerto está el respecto que tenía a un amigo;

- Muerta es la sonrisa que fue sepultada en el alma de aquel niño en el semáforo y no creo que la sonrisa ésa regrese tan pronto.



Lo gracioso es que ella nunca se cansa de nosotros. Ella nunca se cansa.



- Oye Arthur ¿a dónde están los ancianos que siempre los veíamos en los bancos de esta plaza?


- Thiago… los ancianos ahora somos nosotros.


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