Historia de una Elegante Perversa...


Era una chica elegante, de tez blanca, mirada intensa, cabello corto, un poco por encima de los hombros y con luces rubias, ojos verdes y facciones finas; tenía un mini vestido rojo con zapatos altos del mismo color, aretes y accesorios dorados y al caminar por el vestíbulo captaba las miradas de todos a su alrededor con su andar femenino, distinguido, casi felino... levantaba un poco más las nalgas y sacaba el busto todo lo que podía para que sus enormes senos se vieran todavía más... estaba en busca de la mirada del Director General del Banco quien hacía meses la veía y la desnudaba con la mirada, pero no se atrevía a tener una relación con ella más allá de saludarla y repetirle que se veían muy guapa...


Ella se divertía jugando al gato y al ratón con su Director General... todos los días se las ingeniaba para bajar a la enfermería ubicada en el estacionamiento principal a las 9 y media de la mañana, hora en la que acostumbraba llegar el interfecto... arribaba con su Harley roja con negro y lentes oscuros. Todas las chicas del entrepiso 1 se derretían por verlo llegar y la “dama tentación” era quien mejores armas tenía para hacerlo voltear y curiosamente subían juntos por el elevador privado del Director... caballerosamente él le daba el paso y discretamente le veía su bien formada figura tras los vestidos entallados y las zapatillas altas que engalanaban sus bien torneadas piernas... ya estando juntos dentro del elevador, él apenas podía mirarla a los ojos porque su escote atraía su mirada y se perdía entre sus generosos senos. Una y otra vez le decía que se veía muy guapa pero no pasaban de ese punto tan excitante y tan sugerente... ¿que haría ella?


Ella ideaba mil y un formas de atraer su mirada... caminaba sensualmente y buscaba que él la mirara (aunque también lograba que todos los hombres a su alrededor la voltearan a ver y fantasearan con tenerla); cuando lograba traer su atención le sonreía sugerente, a veces se mordía ligeramente una de sus uñas o pasaba su lengua por los labios para humedecerlos un poco...


La reacción de él era simplemente paralizante, sentía como si fuera la presa de una depredadora intensa, se sonrojaba, perdía el sentido del tiempo, espacio e incluso coordinación. Simplemente se apendejaba con sólo verla y recibir la acostumbrada sonrisa que le invitaba a acercarse y comenzar lo que fuera...


La espera fue larga, pero un día que ambos “coincidieron” en el elevador privado, ella tenía toda su fe puesta en que algo, lo que fuera, sucediera. Y cuando anhelas algo con todo el corazón, el universo conspira a tu favor y te concede la oportunidad que pides; se la concedieron.


La “dama tentación” usaba esa mañana unos mallones negros, tacones altos del mismo color, un suéter morado (escotado) que le quedaba pegado a sus grandes senos y el largo del suéter llegaba sólo justo por debajo de las nalgas, un cinturón que hacía juego con los zapatos y el perfume más incitante que pudo encontrar en la mañana... él no podía dejar de verla y mientras esperaban el ascensor y lo abordaron, platicaron banalidades sin dejar de sentir esa tensión electrizante al sentirse cerca, poder oler el perfume del otro, estar en un espacio tan pequeño y tan íntimo, pero sin atreverse al siguiente paso...


Mientras subían, ella coqueteaba sutilmente y al acercarse al piso donde ella bajaba, se acomodó frente a la puerta y se paró de una manera tan sexy para que él pudiera admirarla y no pudiera dejar de pensar en ella... de pronto, antes de que llegaran al piso de ella, hubo una fuerte sacudida del elevador, se fue un momento la luz y ellos perdieron un poco el equilibrio; ella estuvo a punto de caer y él la detuvo de la cintura mientras que “accidentalmente” alguno de ellos oprimió el botón de parada de emergencia... finalmente estaban lo más cerca posible, él podía verle los ojos, los labios listos para besarse, oler su perfume y sentir cómo se le aceleraba más y más el pulso... ella se acomodó entre sus brazos y permanecieron inmóviles por casi 3 segundos, una eternidad para ellos; él rompió el hielo para decirle “cuéntame algo más intimo de ti, ¿cómo eres en realidad?” a lo que ella le contestó “perversamente excitante, cachondamente inocente... calientemente tuya”.




No. No es mío. "Alguien" me lo ha enviado a mi correo y se lo agradezco mucho por el cariño.

Comentários

Postagens mais visitadas