Sobre cagar y ser feliz




Hoy, viniendo al trabajo, en la radio del coche, un psicólogo leyó un artículo escrito por él mismo. Hasta ahí, todo bien, si no fuera por el hecho de que él, después de haber estudiado años y años – por lo menos es o que creo yo - , usaba el verbo cagar y ser feliz en la misma frase.

Decía que estaba en el Mercado Central de mi ciudad cuándo un niño de 3 años, le pidió a su madre que le permitiera hacer caca en su pañal. Su mamá le dijo que no. Que estaban cerca del baño y que retuviera un poco más hasta que llegaran hasta allá.

Luego, hizo análisis sobre cómo el cerebro aprende desde pronto a retener “cosas”, personas, sentimientos, situaciones que nos hacen daño.

Consecuentemente para que podamos ser felices, debemos llevar una vida más liviana; dejar que se vayan personas (pero, ojo: “que seamos gratos por todo de bueno que nos dejaron”); permitir que todo lo que no nos sirve, nos deje;  “Poner para fuera los excrementos”.


En fin, para ser feliz, deje que cague el cerebro.

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